viernes, 31 de agosto de 2007

Obama y Morales: representatividad y actitud paradójica

Por: Mauricio Ríos García

Al momento de acudir a las urnas en diciembre de 2005, muchos bolivianos pensaron que la nueva opción en favor de las mayorías, significaba, entre muchas otras cosas, un cambio positivo representado por Morales. Hoy es más que evidente el descenso de nivel de aceptación por el Presidente. Sin embargo, es interesante saber que en Estados Unidos se presentan nuevas perspectivas y una gran posibilidad para las minorías, lo cual resulta contradictorio en su contexto. ¿Por qué en Bolivia se apostó por las mayorías, y en Estados Unidos –país de primer mundo- las minorías son casi la mejor opción?

Hoy, con 41 años de edad, Barack Obama, es el segundo candidato a la presidencia por el Partido Demócrata. Nacido en Honolulu, es afroamericano -hijo de padre keniano y madre estadounidense- y actualmente es senador de Illinois, representando así a una minoría compuesta fundamentalmente, por negros e hispanos.

En una entrevista con Oppenheimer, Vargas Llosa, por ejemplo, hizo una lectura importante sobre lo que Hillary Clinton, la alternativa, representa para su país, incluso como la candidata con primera nominación por el mismo partido; observaba que su candidatura significaba intolerancia, división y que además, representaba parte del sistema y no del cambio que representa Obama, motivo por el cual se manifestaba como su simpatizante. Más de un 90% de encuestados por Newsweek en EEUU, afirman que votarían por un presidente negro.

Otra dato interesante es que el creciente 12% que apoya la candidatura de John Edwards como tercera nominación, se muestra a favor de Obama, lo cual pone en evidencia que los norteamericanos desean poner fin a la guerra en Irak, y que están más que dispuestos a dejar de lado los discursos intolerantes, divisionistas, radicales y tradicionales de Clinton. Los norteamericanos tienen sed de cambio.

El candidato por las minorías manifestó en una entrevista que puede encontrarse en YouTube, que las intenciones que tiene por un acercamiento con Latinoamérica, más allá de ser ciertas o no por cálculo estratégico de campaña, podrían ser prioridad para su gestión, dadas las nuevas muestras de alejamiento de Chávez, Kirchner, Lula, Ortega, Correa y Morales. Pero cabe resaltar algo mucho más interesante sobre aquella disposición: “Bajo ciertas condiciones, yo siempre creo en la necesidad de dialogar. A veces es más importante hablar con tus enemigos que con tus amigos”.

Este candidato es aún más interesante para todo humilde criterio. Siendo víctima de racismo, las constantes arremetidas de los grandes conservadores, no son motivo de lloriqueo, porque le resultan banales. El progreso y autosuperación es una realidad para quien se encuentra comprometido con sus principios y la conciencia sobre su entorno. Obama es el más claro ejemplo de sueños convertidos en realidad. Aún si no ganara los comicios de 2008, el simple hecho de presentarse como una alternativa tan cercana, es ya un importante avance para negros e hispanos, no solo en EEUU, sino en todo el mundo, dado su carácter hegemónico.

Hoy las minorías tienen voz en el primer mundo. Sin embargo, en Bolivia, las oportunidades, tanto de las minorías como las de las mayorías que representa Morales, se ven opacadas por falta de principios y conciencia sobre su entorno.

Si Morales representara a una minoría en Bolivia, al igual que Obama en EEUU, ¿Tendría mayor inclinación por las soluciones prácticas que por las ideológicas?

http://www.lostiempos.com/noticias/06-09-07/06_09_07_pv2.php

miércoles, 29 de agosto de 2007

Cuando el MAS sea lo de menos

Esta es una nueva etapa marcada fundamentalmente por los hechos. Ya no por las amenazas y las advertencias. El instinto animal del Congreso Nacional, la violación de la propiedad privada de asambleístas del oficialismo, el cierre infundado del canal 20 en Cochabamba y por si fuese poco, el descabezamiento del Tribunal Constitucional. Sin embargo, ahora que el camino hacia el deterioro de la democracia y la economía es evidente, existen problemas mucho mas serios de lo que uno piensa: la consecuencia de los hechos.

Los lineamientos del totalitarismo han sido establecidos con cierta facilidad: la crisis política, el caudillo carismático fácil de reconocer, los símbolos destinados a identificar al pueblo, la retórica recurrente y sistemática, el ideal de una utopía, políticas revolucionarias, un enemigo constante a quien endosarle los platos rotos y la promesa de cambio por tiempos mejores.

El momento de dar un paso más adelante del autoritarismo al del totalitarismopara instaurar el régimen de tiranía parece ser el de ahora. Este último va bastante más allá que el primero: no sólo se excede en el uso del poder, sino que el acoso constante hacia las personas es necesario para acaparar el control de sus necesidades. De esta manera se asegura que las personas comulguen con la manera de pensar que el régimen impone. Por las buenas o las malas.

Las formas más diversas de la democracia a través de sus instituciones, están siendo destruidas por la tiranía, ignorando los derechos legítimos de los gobernados y excediendo el uso de poder para su gestión de gobierno. Son las primeras maneras de diferenciar a un dictador de un tirano.
Como en otros regímenes, sin embargo, el manejo de la moral y la familia parece ser una tarea que les queda grande. No se sabe lo que es el sentido de dignidad y mucho menos lo que significa, cuando en nombre de ella se hace vista gorda ante la prostitución que subsiste por comer a diario. Tal vez sea interesante dar cuenta sobre el estado civil de la gran mayoría de dictadores, por no decir todos, que la misma historia condenó. Cabría analizar si el tipo de preguntas orientadas en este sentido, les es más fácil de contestar que si leyeron o no La Fiesta del Chivo, por citar algún ejemplo con ánimo de saber si tienen la costumbre de leer, por supuesto.

Seguramente, la constante intolerancia hacia quienes disentimos, será mayor con el pasar del tiempo. El padrino tropical ya se encargó de dar la orden la última vez que se dio una vuelta por estas tierras, para ver cómo andaban las cosas o si las cosas andan como a él le gustan, como si estuviese en su propia hacienda: "hay que empezar a encargarse del enemigo interno".

Llamen por pesimista esta forma de ver las cosas o incluso fatalista, pero la superstición ideológica, el oportunismo político, la improvisación profesional y la pasividad, son los pilares que fueron construyendo este verdadero desacierto político. Involucrarse antes de que sea demasiado tarde, es lo que se requiere para hacer frente a la tiranía y la barbarie que hoy pretende instalarse de nuevo en Bolivia, con estos primeros golpes a la democracia. Ni qué decir de los recursos del gas para perder oportunidades y hacer lo que el régimen disponga.

El viejo populismo cortoplacista

La abundancia de recursos, tanto de materias primas, remesas e hidrocarburos, como la de la chequera de Caracas, no siempre resulta positiva, sobre todo cuando se observa que su disposición genera una paradójica serie de efectos negativos en la economía y por lo tanto, en el bolsillo de la gente. Para ser más puntual, el conjunto de decisiones que van definiendo el destino de aquellos recursos, en caso de tener características populistas, como veremos más adelante, no permiten generar una visión de largo plazo al país.

El populismo que "sirve a todo el pueblo", es reconocido por una simulación revolucionaria que atrapa aquellas mentes románticas que, con profunda confusión ideológica y juegos retóricos, utilizan la soberanía del pueblo y la pobreza, como bandera política caudillista. Pero, más importante aún, es la reestructuración de la economía y los propósitos redistributivos del ingreso en forma directa hacia la gente, que también lo caracterizan y que en realidad son el objeto de análisis.

Como afirman Dornbusch y Edwards en 1991, el resultado de estos experimentos es que, luego de un breve tiempo de crecimiento, se generan cuellos de botella que en casos extremos, terminan en una insostenible crisis y colapso del sistema económico.

Hoy, cuando vemos que las cosas podrían estar mejor, damos cuenta sobre lo que viene construyendo el populismo en este último período de gobierno. Este mecanismo improvisado de subsistencia en el poder, revela la debilidad de la gestión pública por priorizar el gasto y no la inversión. O lo que es más lógico, ahorrar en tiempo de vacas gordas, para hacer frente al tiempo de vacas flacas, no ha sido parte de su agenda, cuando se observa que no se ha generado fuentes de empleo, que hasta aquí, son la principal demanda de la población.

Pero ¿por qué "cortoplacista"? Sucede que existe la posibilidad de que los precios internacionales sobre las materias primas, sean transitorios. Entonces, el riesgo es mayor en caso de que no se haya tomado buen recaudo con políticas de inversión y no con decisiones orientadas hacia el gasto corriente. La política económica no debe depender de los precios internacionales como país monoproductor, de manera que por su elevado riesgo, tendría que buscar la diversificación de la economía productiva, en un período de tiempo demasiado corto para ser viable.

Por otro lado, el problema de la inflación, también es atribuido a que los gobiernos populistas confían demasiado en la posibilidad de crecimiento impulsado por la demanda, justificando así aquel gasto excesivo. Pero tomemos también en cuenta, que la inseguridad por los derechos de propiedad privada y el escándalo en el Poder Jurídico, así como la verborrea socialista incendiaria que genera incertidumbre y especulación sobre el futuro, provoca fuga de capitales y un congelamiento de la inversión privada.

Ahora, a pesar del incremento en el salario mínimo, columna vertebral del populismo y primera medida del Ejecutivo al asumir el poder, el sector informal sigue creciendo y el pobre sigue trabajando en el campo, entonces cuando la gente empieza a darse cuenta de la demagogia de sus elegidos y de que en realidad no se está dando una solución auténtica a sus problemas, la debilidad política del gobierno se hace evidente y entonces acude a la estrategia autoritaria.
Bolivia está bien, pero va mal. El efecto inflacionario, es lo que podría explicar el principio de una desestabilización macroeconómica que revela falencias en la gestión del gobierno, por no saber administrar con disciplina fiscal, un histórico superávit que juega a su favor y que sin embargo, solo acelera el crecimiento y posterga el desarrollo.

No existe una agenda establecida y por lo poco que se ha hecho por el empleo, las perspectivas podrían mantenerse inciertas antes de cumplirse los dos años de mandato del Presidente Morales, con el vencimiento del plazo de la Asamblea Constituyente que hasta aquí, no ha servido más que para seguir gastando.

Pragmatismo y Voluntad Política

Lo primero que me vino a la cabeza con el anuncio de elecciones para 2008, fue una pregunta que pueda determinar el futuro boliviano: ¿están los unos preparados para asumir el mandato y los otros para elegir a su mandatario?

Es esta entonces la idea principal como respuesta: los votantes asumen su posición de electores responsables y conscientes, a cambio de voluntad política. Los votados serán capaces de asumir la confianza depositada en las urnas, a cambio de algo igualmente sencillo y sobre todo sensato que es la misma voluntad política.

¿A qué me refiero con este último término? Para nuestra actual situación es sencillo: concentrar esfuerzos políticos por un baño de pragmatismo y mejor si este es seguido por una consecuencia entre acción y discurso. Un autor argentino, resume ideas en su último libro de color rojo, sobre el camino que podríamos tomar: un país que presenta condiciones favorables para atraer capitales y otro que no las presenta y los espanta.

De acuerdo al camino que nuestro país tomó y según datos de la Fundación Milenio, el clima de inversión empezó a deteriorarse a partir del año 2000, con problemas de seguridad jurídica y desgaste institucional. Con el último gobierno, se entiende que los mejores tiempos no son inmediatos porque se trata de un proceso de cambio que nadie sabe cuánto durará y muchos menos cuándo empezará. Ahora, por dejar factores de lado y confiarse en el llamado "piloto automático" o el "viento de cola", se demuestra que la diferencia no ha sido marcada precisamente por el oficialismo en su conjunto, en cuanto a la atracción de capitales. La inversión privada en 2006, es hasta ahora, una de las más grandes deficiencias de nuestra economía en volumen y en calidad. Bolivia fue el único país en Sudamérica en reportar valores negativos en este sentido. Entiéndase que aunque el tipo de inversión que busca nuestro país, que es para la explotación de recursos naturales que tenemos en abundancia, no tiene alto impacto en el empleo y tampoco genera productos con alto valor agregado. Sin embargo, estos mismos generan importantes ingresos fiscales que hasta el momento, no han sido aprovechados adecuadamente, más que para el gasto corriente, traducido en funciones gubernamentales meramente administrativas, incremento del salario mínimo, incremento al sector del magisterio, defensa nacional, entre muchos otros o infraestructura ejecutada por motivos de coyuntura política en su mayoría o por último, alguno que otro bono de claro tinte populista como Juancito Pinto. Peor aún, cuando se dispuso de aquellos ingresos en otros sectores y no en reservas que puedan hacer frente a desastres como el del oriente boliviano.

Pero si hablamos de captar capitales, ¿qué hay de la incertidumbre? Pues aquella violación de la seguridad jurídica y aquel asalto a la institucionalidad, están traducidos en sorpresivas nacionalizaciones, en presidentes de YPFB que entran y salen por la ventana, en venta de avales, en desafiantes discursos incendiarios e interminables actitudes que no muestran una pequeña intención por el cambio que se predica.

Hasta aquí, ya se tiene una idea suficientemente clara, pero para resumir entonces, los candidatos encontrarán la capacidad del país por mejorar sus condiciones económicas, políticas y sociales, en la medida en que sepan mantener claras las reglas del juego, con un candidato que levante la mirada hacia el entorno y dé cuenta clara de que se necesita estrategias energéticas de largo plazo, acuerdos serios de integración, mejores relaciones comerciales, atención de la mano de obra calificada, conservación de la estructura familiar y respeto a la legalidad, entre otras. No con uno que diluya el sueño de superación y asfixie el ánimo de esperanza de la ciudadanía, con discursos que con su fórmula nacionalista retrógrada, despiertan a la xenofobia, al regionalismo, y al racismo que a nadie le hace bien.

Para terminar, cabe decir también, que la voluntad política no debe venir por solo por parte de unos que son los elegidos, sino también por parte de los otros que son los que acuden a las urnas. Los votantes deben empezar aportando a las ideas sensatas del candidato que pueda advertir tiempos peores y trabajar por tiempos mejores. Convengamos. Los que asumen dirección, deben hacer una lectura adecuada de lo que debe hacerse, pero además ser consecuente con su línea y consciente de sus ideas y principios. Y por el otro lado, la lectura debe ser la misma, pero el que elige a su candidato, debe ser consciente de que en estos tiempos, el voto sí puede estar acompañado de un arrepentimiento serio y casi inmediato.

Debe encontrarse un candidato con ideología, que sea capaz de fundarla en sus elementos prácticos, pero también hay que saber buscarlo.

riosmauricio@yahoo.com

http://www.lostiempos.com/noticias/20-04-07/20_04_07_pv6.php