viernes, 19 de marzo de 2010

Dolarización, democracia y libertad

Por: Mauricio Ríos García

Este mes de marzo marca diez años desde que el dólar estadounidense pasó a ser la moneda oficial del Ecuador, y a pesar de que la firma encuestadora Gallup asegure que para más del noventa por ciento de los ecuatorianos, además de un número considerable de expertos, las condiciones del país son mejores con la dolarización, el debate sigue siendo el de si un gobierno debe o no tener la capacidad de regular la economía.

El antecedente más remoto sobre la naturaleza de la autoridad monetaria es el del Banco de Inglaterra en 1694, una institución de la cuál el rey y algunos parlamentarios eran accionistas, y que servía como mecanismo para financiar el déficit de la corona comprando títulos que el mercado rechazaba.

Hoy en día, desde la creación formal de la mayoría de estos entes emisores durante el Siglo XX, las estrategias básicas respecto de la base monetaria para contraerla, expandirla o dejarla inalterable, han venido ocasionando distorsiones en los precios relativos que mas tarde tienden a convertirse en períodos recesivos muy pronunciados.

Sin embargo -no se equivoque- la discusión no se trata de la independencia o no de la banca central, porque la única diferencia con la idea que anotamos en esta oportunidad, es que los errores que se cometerían serían simplemente independientes, y la idea en realidad, está en no cometerlos.

En Moneda y Desarrollo, Milton Friedman llegó a la conclusión de que “la única manera de abstenerse en emplear la inflación como método impositivo es no tener banco central”; Friedrich von Hayek, en La Desnacionalización del Dinero, y con mayor elocuencia aún, afirma que “desde que este privilegio fue otorgado a los gobiernos como una prerrogativa real, esta se ha utilizado para financiar a los gobiernos, no para darle a la gente una buena moneda, sino para que el gobierno tenga acceso a una canilla para producir moneda”. El mismo Joseph E. Stiglitz, un férreo defensor de una economía regulada, reconoció que el sistema de la Reserva Federal, siendo tan corrupto y teniendo tantos conflictos, termina minando la democracia.

El solo curso de la dolarización de la economía ecuatoriana, sin embargo, no es garantía para el curso de ésta moneda en aquel país. El Banco Central del Ecuador es aún susceptible de ser intervenido por el gobierno -al igual que desde el Siglo XVII en el que se tiene registro- con la intención de retornar al uso de la moneda doméstica, a fin de intervenir en los fenómenos del mercado mediante la manipulación arbitraria y sin respaldo de la base monetaria.

Si de algo ha servido la dolarización de la economía ecuatoriana durante estos diez años, ha sido para contribuir al mantenimiento de una economía saludable, con una unidad de cuenta, medio de cambio universal, y depósito de valor sostenible, pero si de contribuir a las causas de la democracia y la libertad se trata, la abolición de la banca central sería el próximo paso en Ecuador y cualquier otro país.