miércoles, 26 de diciembre de 2007

El año perdido y los desafíos para el 2008

Por: Mauricio Ríos García

Es fin de año y es momento de observar en retrospectiva, lo que no debe de hacerse en 2008, lo que servirá de mucho si nos ocupamos de ver lo que sucede cuando se prioriza el cálculo político y se deja de lado la idea de hacer gestión.

De acuerdo con datos de la Cepal, en un balance preliminar sobre las economías latinoamericanas y del Caribe, el crecimiento de Bolivia en 2007 fue de un mediocre 3,8%, cifra algo menor que la lograda en 2006.

A pesar de que en el primer semestre se observó una actividad positiva en diferentes sectores como la construcción, el transporte y la industria manufacturera, las variaciones negativas se las observa en el sector agrícola, el de la silvicultura, la caza, la pesca y los minerales metálicos y no metálicos. Estos datos negativos son explicados –aunque no totalmente- por los efectos del fenómeno climático del Niño de febrero y marzo, que golpearon con inundaciones la economía productiva del oriente de país y sequías en el altiplano, con daños cuantificados en 443 millones de dólares. El caso de las cifras negativas de la minería, es explicado por los enfrentamientos en Huanuni que ocasionaron una disminución productiva en el estaño.

Otro factor negativo es el de la inflación que el gobierno justifica con aquel efecto climático, pero la realidad es que se suspendieron los aranceles de importación para artículos como la carne y el trigo, que no dan solución real al golpe productivo, porque la otra alternativa sería pensar en el mediano plazo del crédito para la oligarquía cruceña. Protegen al consumidor, pero no al productor.

El FMI observa y calcula una inflación del 16% para el siguiente año, lo que quiere decir que si el gobierno incrementa los salarios en más del 10%, será una proyección acertada, de acuerdo a lo que economistas como Gonzalo Chávez observan.

¿Cómo podría seguir agravándose el problema de la inflación en 2008? La respuesta es muy sencilla pero oscura: incertidumbre, el principio de la inestabilidad. El tremendo problema que trae consigo el nuevo texto constitucional, es el de una preocupante inseguridad jurídica sobre la tenencia de la tierra, a lo que además habría que sumarle la dificultad para atraer inversión extranjera, con los discursos incendiarios del Presidente que llaman a la lucha entre ricos y pobres.

Y por si fuera poco, ya existe polémica sobre el manejo del tipo de cambio en el Banco Central, cuando en la tercera semana de diciembre, el gerente interino de aquella institución, David Espinoza, sostuvo que la apreciación de la moneda boliviana no afectaba a las exportaciones, cuando en realidad significa un desincentivo y una pérdida de competitividad en la producción boliviana.

Para este siguiente año, en lo político podríamos empezar por renovar nuestras relaciones diplomáticas con el Brasil y el Perú que inicia su TLC en enero de 2009, pero en lo económico, veamos cómo es que los ministros de la cátedra asumen los nuevos alcances de la inflación; la renegociación del ATPDEA; el nuevo golpe climático de diciembre a la economía productiva; la escasez de combustibles y por si fuera poco, el desaceleramiento de la economía mundial por efecto de la crisis del crédito hipotecario en los EEUU.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Nuevo texto constitucional

Hoy, cuando es el decimoquinto día del mes de diciembre de 2007, se reconoce un día importante para la historia de Bolivia, porque el gobierno de Morales y el Movimiento Al Socialismo en su conjunto, dieron a conocer el nuevo texto constitucional (.pdf), en una masiva concentración en la Plaza Murillo de la ciudad de La Paz.

Momentos después y en forma casi paralela, también en masivas concentraciones y con fiestas bajo la lluvia, las ciudades de Pando, Beni, Santa Cruz y Tarija, dan a conocer sus
Estatutos Autonómicos (.pdf)

Fuente: Agencia Boliviana de Información y Asamblea Provisional Autonómica de Santa Cruz

lunes, 3 de diciembre de 2007

La fuerza de las circunstancias dijo "no"

Por: Mauricio Ríos García

Se ha escuchado la posición escéptica de algunas personas desinformadas y desinteresadas en el actual proceso trascendental del país, sobre lo que la nueva Constitución podría expresar. Ya que la intención de instaurar el régimen de un Estado social comunitario es ahora de dominio público, hablemos sobre su organización económica en contexto.

Aunque difícilmente, lo que con plena certeza se sabe acerca de la Constitución “venezolana, aprobada en grande, acuartelada, entre fusiles y bayonetas, ensangrentada e ilegal”, y su organización económica, es que el Estado cobrará mucho mayor tamaño y protagonismo. ¿Qué significa esto para Bolivia en el octavo año del siglo veintiuno?

Económicamente hablando y como buen zapatero a los zapatos, esto quiere decir que existe un condicionamiento a la libre empresa que podrá existir siempre y cuando cumpla con una función social y no afecte a la colectividad de los individuos. Significa un mayor protagonismo en las decisiones sobre el desarrollo económico, social y financiero con participación y consulta ciudadana, con atribución del Estado en las decisiones sobre la política monetaria y cambiaria. Toda una ensalada, un “tutti frutti” de organización económica.

Nuestros gobernantes y sus padrinos aún no comprenden que en esa lógica, la economía no se subordina a la política. Por ejemplo, las declaraciones de Chávez en la última reunión de la OPEP en Riad, “la caída del dólar significa la caída del imperio“, trataban de ignorar que casi todo el petróleo que Venezuela produce se lo vende a EEUU a cambio de dólares para su proyecto expansionista. Es el mismo factor que el mismo presidente ecuatoriano (economista que obtuvo un postgrado en Estados Unidos) Rafael Correa ignora, teniendo una economía cien por cien dolarizada. El mismo criterio podría adoptar Morales al momento de decidir sobre la política monetaria y cambiaria en el país, creyendo que el boliviano, siendo más caro, haría caer al imperio ante sus pies. La caída del dólar solo significaría la caída de toda América Latina. Definitivamente un absurdo del bloque comunista del latinoamericano.

Pero ese es un detalle. Algo mucho peor es que los gobernados en su gran mayoría, olvidan que el resultado de los conflictos de octubre negro tenían un arma de doble filo: un mayor protagonismo del Estado sobre la economía, pero con autonomías de por medio.

Estos hechos condenaron al liberalismo económico del estatista Paz Estensoro y la capitalización de Sánchez de Lozada, pero por otro lado dio a luz la Ley del IDH, una verdadera conquista descentralizadora –lo cual no justifica la presión corporativa- y que aleja al gobierno central de aquellas intenciones de tener mayor acaparamiento sobre la economía. Así se beneficiaron las regiones, los municipios, las universidades públicas, las fuerzas armadas, la policía e incluso los pueblos indígenas, hecho que el pueblo no cuestiona, aunque en nociones mínimas de desarrollo (eficacia, eficiencia y ejecución) se aplacen tanto el gobierno de Morales como las prefecturas.

Ahora, lo que sí se sabe a plenitud, es que ni siquiera el mismo padrino tropical ha sido el mejor aliado del gobierno, sino el liberalismo económico que traslada los recursos del Estado hacia la población, traducidos en transferencias como la polémica Renta Dignidad y el bono Juancito Pinto.

Estas, aunque en un afán clientelista del gobierno, se tratan de medidas del más puro corte liberal. Son medidas que apuestan por la energía de la gente por superarse y ver lo que mejor le conviene con su dinero. Son medidas que consideran la idea de que los pobres son perfectamente capaces de trabajar, ahorrar, invertir y mejorar sus vidas con su propio esfuerzo; son medidas que defienden la idea de que los pobres no necesitan la ayuda de ningún grupo de iluminados estatistas que pretenden proveerlos gratuitamente de bienes y servicios estatales, que terminarán pagando en mucho mas de lo que valen por culpa de inflaciones mal administradas.

Las mayorías desinformadas del MAS no saben que no se trata más que de una nueva e improvisada vuelta al colectivismo, una vuelta al estatismo sustentado por los voluntarios del servilismo y de aquellos que defienden los ideales de esclavismo del siglo veintiuno. No saben que se trata de la vuelta a una dictadura de Estado. No saben que se trata de la vuelta del Estado corrupto, ineficiente, improductivo. Es una vuelta al escenario donde la voz de la colectividad no es la voz de uno. Las mayorías temporalmente engañadas y utilizadas, sabrán -esperemos más pronto que tarde- que un Estado socialista comunitario significa que los 500 años que lo fundamentan, se convertirían en cien más.

No solo la lucidez de la oposición en general, sino la resistencia, organización, liderazgo y decisión del bloque estudiantil venezolano le dijo no a Chávez, también lo hicieron el Rey Juan Carlos, Álvaro Uribe y los socialistas concientes de lo que sirve y lo que no en este mundo globalizado, como Rodríguez Zapatero, Da Silva y Bachelet.

En Bolivia no llegaremos al referéndum porque la economía social comunitaria ha sido planteada con la lógica de “la bolsa o la vida”, ha sido planteada en una lógica anacrónica y de largo plazo, donde el Estado sufriría una etapa transitoria demasiado compleja como para que los bolivianos nos quedemos sentados, esperando a que el Estado solucione todas y cada una de nuestras inquietudes.

Como bien diría Stiglitz, debemos aprender de nuestros vecinos Chile, Brasil y ahora Perú, donde sobre una base pragmática, se evita la ideología y los consejos de terceros.

http://lostiempos.com/noticias/06-12-07/06_12_07_pv7.php