Por: Mauricio Ríos García
Es fin de año y es momento de observar en retrospectiva, lo que no debe de hacerse en 2008, lo que servirá de mucho si nos ocupamos de ver lo que sucede cuando se prioriza el cálculo político y se deja de lado la idea de hacer gestión.
De acuerdo con datos de la Cepal, en un balance preliminar sobre las economías latinoamericanas y del Caribe, el crecimiento de Bolivia en 2007 fue de un mediocre 3,8%, cifra algo menor que la lograda en 2006.
A pesar de que en el primer semestre se observó una actividad positiva en diferentes sectores como la construcción, el transporte y la industria manufacturera, las variaciones negativas se las observa en el sector agrícola, el de la silvicultura, la caza, la pesca y los minerales metálicos y no metálicos. Estos datos negativos son explicados –aunque no totalmente- por los efectos del fenómeno climático del Niño de febrero y marzo, que golpearon con inundaciones la economía productiva del oriente de país y sequías en el altiplano, con daños cuantificados en 443 millones de dólares. El caso de las cifras negativas de la minería, es explicado por los enfrentamientos en Huanuni que ocasionaron una disminución productiva en el estaño.
Otro factor negativo es el de la inflación que el gobierno justifica con aquel efecto climático, pero la realidad es que se suspendieron los aranceles de importación para artículos como la carne y el trigo, que no dan solución real al golpe productivo, porque la otra alternativa sería pensar en el mediano plazo del crédito para la oligarquía cruceña. Protegen al consumidor, pero no al productor.
El FMI observa y calcula una inflación del 16% para el siguiente año, lo que quiere decir que si el gobierno incrementa los salarios en más del 10%, será una proyección acertada, de acuerdo a lo que economistas como Gonzalo Chávez observan.
¿Cómo podría seguir agravándose el problema de la inflación en 2008? La respuesta es muy sencilla pero oscura: incertidumbre, el principio de la inestabilidad. El tremendo problema que trae consigo el nuevo texto constitucional, es el de una preocupante inseguridad jurídica sobre la tenencia de la tierra, a lo que además habría que sumarle la dificultad para atraer inversión extranjera, con los discursos incendiarios del Presidente que llaman a la lucha entre ricos y pobres.
Y por si fuera poco, ya existe polémica sobre el manejo del tipo de cambio en el Banco Central, cuando en la tercera semana de diciembre, el gerente interino de aquella institución, David Espinoza, sostuvo que la apreciación de la moneda boliviana no afectaba a las exportaciones, cuando en realidad significa un desincentivo y una pérdida de competitividad en la producción boliviana.
Para este siguiente año, en lo político podríamos empezar por renovar nuestras relaciones diplomáticas con el Brasil y el Perú que inicia su TLC en enero de 2009, pero en lo económico, veamos cómo es que los ministros de la cátedra asumen los nuevos alcances de la inflación; la renegociación del ATPDEA; el nuevo golpe climático de diciembre a la economía productiva; la escasez de combustibles y por si fuera poco, el desaceleramiento de la economía mundial por efecto de la crisis del crédito hipotecario en los EEUU.
Es fin de año y es momento de observar en retrospectiva, lo que no debe de hacerse en 2008, lo que servirá de mucho si nos ocupamos de ver lo que sucede cuando se prioriza el cálculo político y se deja de lado la idea de hacer gestión.
De acuerdo con datos de la Cepal, en un balance preliminar sobre las economías latinoamericanas y del Caribe, el crecimiento de Bolivia en 2007 fue de un mediocre 3,8%, cifra algo menor que la lograda en 2006.
A pesar de que en el primer semestre se observó una actividad positiva en diferentes sectores como la construcción, el transporte y la industria manufacturera, las variaciones negativas se las observa en el sector agrícola, el de la silvicultura, la caza, la pesca y los minerales metálicos y no metálicos. Estos datos negativos son explicados –aunque no totalmente- por los efectos del fenómeno climático del Niño de febrero y marzo, que golpearon con inundaciones la economía productiva del oriente de país y sequías en el altiplano, con daños cuantificados en 443 millones de dólares. El caso de las cifras negativas de la minería, es explicado por los enfrentamientos en Huanuni que ocasionaron una disminución productiva en el estaño.
Otro factor negativo es el de la inflación que el gobierno justifica con aquel efecto climático, pero la realidad es que se suspendieron los aranceles de importación para artículos como la carne y el trigo, que no dan solución real al golpe productivo, porque la otra alternativa sería pensar en el mediano plazo del crédito para la oligarquía cruceña. Protegen al consumidor, pero no al productor.
El FMI observa y calcula una inflación del 16% para el siguiente año, lo que quiere decir que si el gobierno incrementa los salarios en más del 10%, será una proyección acertada, de acuerdo a lo que economistas como Gonzalo Chávez observan.
¿Cómo podría seguir agravándose el problema de la inflación en 2008? La respuesta es muy sencilla pero oscura: incertidumbre, el principio de la inestabilidad. El tremendo problema que trae consigo el nuevo texto constitucional, es el de una preocupante inseguridad jurídica sobre la tenencia de la tierra, a lo que además habría que sumarle la dificultad para atraer inversión extranjera, con los discursos incendiarios del Presidente que llaman a la lucha entre ricos y pobres.
Y por si fuera poco, ya existe polémica sobre el manejo del tipo de cambio en el Banco Central, cuando en la tercera semana de diciembre, el gerente interino de aquella institución, David Espinoza, sostuvo que la apreciación de la moneda boliviana no afectaba a las exportaciones, cuando en realidad significa un desincentivo y una pérdida de competitividad en la producción boliviana.
Para este siguiente año, en lo político podríamos empezar por renovar nuestras relaciones diplomáticas con el Brasil y el Perú que inicia su TLC en enero de 2009, pero en lo económico, veamos cómo es que los ministros de la cátedra asumen los nuevos alcances de la inflación; la renegociación del ATPDEA; el nuevo golpe climático de diciembre a la economía productiva; la escasez de combustibles y por si fuera poco, el desaceleramiento de la economía mundial por efecto de la crisis del crédito hipotecario en los EEUU.