jueves, 2 de julio de 2009

Crisis financiera: reflexiones de tres grandes

Por: Mauricio Ríos García


El Instituto CATO de los Estados Unidos acaba de publicar un documento periódico de análisis de políticas públicas, en el cuál escriben los más destacados economistas pro mercado de los Estados Unidos, sobre las Lecciones de la Crisis Financiera. Entre ellos se destacan los artículos de Anna J. Schwartz quién escribió la Historia Monetaria de los Estados Unidos junto a Milton Friedman; uno de los principales representantes de la Escuela de Chicago, Allan H. Meltzer, escritor de La Historia de la Reserva Federal; y tal vez uno de los principales exponentes de la Escuela Austríaca, Roger W. Garrison.


Una vez identificado el origen de la crisis financiera, descritos los factores que contribuyen a agravarla y profundizarla, y más allá de cambiar la Ley de Bancarrota o terminar de una vez por todas con Fannie Mae y Freddie Mac, estos tres economistas coinciden en que -por sobre todas las cosas- las intervenciones legislativas que anulan mecanismos de mercado con el fin de conseguir objetivos sociales tiene consecuencias perversas.


Por ejemplo, Schwartz se detiene a responder al ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, sobre el argumento de que ningún banco central podría haber sostenido un crecimiento rápido y desmedido de activos porque, de haberlo hecho, la economía se habría sumergido en una recesión tal, que el público no lo habría permitido en una democracia:


Greenspan no explica por qué la Reserva no condujo una política monetaria menos expansiva para que los préstamos no se vieran tan artificialmente atractivos. Si la política monetaria hubiera sido más restrictiva, el crecimiento desmedido de activos hubiera sido evitado.


Otro de los puntos más importantes es el hecho de que la desregulación no causó la crisis financiera. Como Meltzer afirma, la última gran desregulación financiera fue la de 1999, cuando Bill Clinton. Ningún país en el mundo separa bancos comerciales y bancos de inversión, y nunca nadie ha tenido problemas para tener que hacerlo. No existe evidencia alguna que demuestre que la combinación de ambos tipos de bancos causaron la Gran Depresión, sin embargo, lo que ahora sí tenemos claro es que la causa principal fue cebada por la Reserva Federal.


Respecto de la histeria antideflacionista de moda, Meltzer fue aún más claro: A la última vez que alguien le preguntó por ella, respondió que esa era una de las preguntas más estúpidas que había escuchado en cuarenta años en su relación con la prensa. Aseguraba que era hora de que la gente que habla de deflación aprenda sobre la diferencia entre un cambio sostenido en los precios y un solo cambio en el nivel de precios (…) De todas maneras, en toda la historia de la Reserva Federal hubo seis o siete períodos en los que se presentó el caso de una deflación y sólo una de ellas fue un desastre: la Gran Depresión.


Garrison, en cambio, es un tanto más ambicioso: La descentralización del dinero, tal y como fue propuesta por Hayek (1976) y explorada por Selgin y White (1994), está captando cada vez mayor atención. La oferta de dinero basada en el mercado debe ser reconsiderada, más allá de las preocupaciones con su viabilidad política (…) El que por lo menos se entienda el funcionamiento de un sistema monetario descentralizado, podría identificar con más claridad los peligros de continuar con un sistema centralizado.


Es la vieja explicación austríaca de los ciclos económicos. Durante varios años, con las tasas de interés por debajo de su nivel natural, y con un crecimiento descarrilado de la economía, la sensibilidad de los mercados fue guiada por estimulaciones que no provienen del mismo sistema de mercado, sino de afuera, por tanto, si convenimos en prevenir crisis financieras futuras, estas reflexiones marcan claramente la línea a seguir, es decir, gobierno limitado, libre mercado, paz y libertad individual: Fórmula del Buen Gobierno.



http://www.lostiempos.com/diario/opiniones/columnistas/20090709/crisis-financiera-reflexiones-de-tres-grandes_24343_38070.html

http://www.hoybolivia.com/vernoticia.php?IdSeccion=6&IdEdicion=427&IdNoticia=17055

martes, 2 de junio de 2009

Deflación: ¿Malas o buenas noticias?

Por: Mauricio Ríos García

Una vez que la deflación terminara siendo una realidad el pasado mes de mayo en Bolivia, la primera reacción de los economistas de análisis tradicional fue la de presentarla como una pésima noticia para la economía. En su opinión, ante la caída sostenida de los precios, los consumidores entenderían que no merece la pena comprar hoy si mañana será todo más barato, forzando ajustes en los niveles de empleo y producción, y postergando además todo proyecto de inversión. Sin embargo, presumir que esto sucederá, también significa decir que los agentes nunca comprarán nada, lo cuál carece de sentido.


En una mala interpretación, lo que las autoridades monetarias deciden en estos casos es adoptar medidas expansivas, reduciendo las tasas de interés para hacer más accesible el crédito e incentivar el consumo para una pronta recuperación, revirtiendo los procesos hacia la inflación moderada. Esto solamente nos llevaría a postergar los efetos de la crisis sobre nuestra economía.

Pero no todo es mala noticia, existe, sin embargo, una forma distinta de interpretar el caso de una deflación. Para otro tipo de economistas, se trata de un proceso de reestructuración de los mercados, es un proceso de contracción crediticia que permite identificar aquellos negocios y proyectos no viables, que se financiaron indebidamente, y que no podrían asumir el golpe de la crisis internacional.

Con esta premisa, uno se preguntaría cómo podrían hacer más dinero las empresas si sus productos valen cada día menos. Pues haciéndose más eficientes. El único tipo de empresas que pueden darse el lujo de sostener ineficiencias que cargan su responsabilidad a los consumidores, a través del precio, son las monopólicas.

Así, con un proceso deflacionario se favorece a los consumidores, sobre todo a los pensionistas y acreedores; con un proceso inflacionario, en cambio, se favorecía a los deudores. Lo que es bueno para los consumidores es bueno para todos.

Es verdad que existe un incentivo al ahorro cuando los precios disminuyen, pero eso solamente augura un crecimiento económico sostenible, pues cuando la gente ahorra, lo hace por una razón, y es para gastar más tarde. Un efecto deflacionario provoca un desincentivo para el préstamo, pero al mismo tiempo, para aquellos que estuvieron ahorrando en época de vacas gordas, existe un incentivo para invertir, es decir, buenas noticias y grandes recompensas para negocios capitalizados en forma correcta.

Lo peor que le podría pasar a nuestra economía, entonces, no es necesariamente una deflación prolongada combinada con una recesión, como sugiere el análisis tradicional, sino una recesión inflacionaria, es decir, una caída de la productividad económica, combinada con un incremento sostenido del nivel general de precios: escasez e incapacidad de compra.

La deflación sirve para que la recuperación sea más ágil y rápida, es decir que se forme una V de rápida caída y pronta recuperación, y no una U de rápida caída y lenta recuperación.

¿Qué sucede con aquellos proyectos financiados por error? Uno podría decir que no habría mayor problema porque se ha materializado recursos escasos, pero este argumento se queda corto porque además de que la deflación permitiría identificar aquellos proyectos sin demanda, estos podrían ser paralizados oportunamente para liberar recursos y dirigirlos hacia aquellos que sí son viables, momento en que el mercado se encargaría de detectar nuevas oportunidades de beneficio… señal de la recuperación.

La caída sostenida de los precios no deprime la economía, no deprime la producción, y la contracción del crédito no conduce a las recesiones hacia una depresión. Ciertamente, para entender algunos casos de la teoría económica, todo lo que uno tal vez necesita es mayor sentido común.

http://www.pulsobolivia.com/index.php?option=com_content&task=view&id=2563&Itemid=3
http://www.lostiempos.com/diario/opiniones/columnistas/20090605/deflacion-malas-o-buenas-noticias_14046_22166.html
http://hoybolivia.com/Noticia.php?IdEdicion=396&IdSeccion=6&IdNoticia=15591

jueves, 30 de abril de 2009

La nacionalización inadvertida

Por: Mauricio Ríos García

No siempre es necesario un primer día de mayo para nacionalizar algún sector vital de la economía de un país. Con la aprobación de la Nueva Constitución Política del Estado, además de que se le ha vuelto a confiar al Ejecutivo el monopolio de la emisión de moneda, es decir, el poder total sobre la política monetaria, cambiaria, crediticia y financiera; lo que el socialismo en realidad ha conseguido es la nacionalización de nuestra moneda.

Alguna vez se escuchó decir que el Banco Central de Bolivia nunca fue realmente independiente, pero el alcance de sus controles no sólo se incrementó, sino que las atribuciones de esta entidad consolidan la manipulación de la oferta monetaria y las tasas de interés “que contribuyan al desarrollo económico y social del país, y el “vivir bien de la sociedad”, a pesar de haber vivido la experiencia de la tercera hiperinflación más grande de la historia y de la machacona insistencia de los textos de economía en tener a Bolivia como el ejemplo de qué es lo que no se debe hacer en política económica.

La idea de crear un banco central es precisamente para intervenir en los fenómenos del mercado mediante la manipulación arbitraria y sin respaldo de la base monetaria. Esta política ha sido denunciada ante el Congreso de los Estados Unidos desde hace ya muchos años para abolir su complejo sistema, pero nunca con tanta fuerza como hoy que se ha entendido que sus políticas, por más que consten de una sólida base institucional y de tener las mejores intenciones, pueden generar los más perniciosos resultados.

Manejar una economía sin un banco central no es un concepto utópico. En Panamá no existe banco central, por tanto, no hay “prestamista de última instancia” ni seguro de depósitos, de tal manera que los bancos están obligados a actuar responsablemente para mantenerse a flote. La ausencia de una banca central hace que no se manipulen ni se influya sobre las tasas de interés. De esta manera, aquel país ha ocupado el primer o segundo lugar del mundo en el en la categoría de Fortaleza Monetaria. (Saied, 2007).

Esta política tampoco es mera casualidad. La primera constitución del mismo país estableció en su Artículo Nº 117: No podrá haber en la República papel moneda de curso forzoso. En consecuencia cualquier individuo podrá rechazar todo billete u otra cédula que no le inspire confianza; ya sea oficial o particular”. La segunda oración desapareció con el pasar del tiempo, a medida que el mercado político se inclinaba por el control e intervención, pero su esencia, la de no permitirle al Estado la emisión de moneda de curso forzoso, se ha mantenido por más de cien años y con ello Panamá ha disfrutado de importantes beneficios financieros y monetarios. (Brenes, 2005).

Este argumento puede resultar tan controvertido que algunos podrían verlo como subversivo, sin embargo, incluso el argumento de disciplina fiscal ante el sobreendeudamiento y el gasto diligente, o el control de precios de nuestro dinero y la fijación o flotación de nuestro tipo de cambio en nuestro caso, resulta estéril frente a la seriedad con la que los políticos deben asumir algunos desafíos que permitirían avanzar en las causas de la democracia y la libertad.

Este próximo 8 de mayo se celebran 110 años del nacimiento de uno de los economistas más brillantes y reconocidos del Siglo XX, Friedrich von Hayek, doctor en economía, ciencias políticas y derecho, quien fue galardonado con el premio Nobel de Economía en 1974. Estas ideas le pertenecen a él y a la escuela a la que perteneció. No hay duda sobre la vigencia de su pensamiento, pero la fuerza del mismo se la da cada pretensión de los burócratas de planificarnos la vida, en este caso, con la manipulación del dinero sin el consentimiento de quien le pertenece. Desnacionalicemos nuestro dinero.

http://www.lostiempos.com/diario/opiniones/columnistas/20090502/la-nacionalizacion-inadvertida_5502_9150.html