viernes, 30 de mayo de 2008

Bolivia: medidas para atacar el hambre

Por: Mauricio Ríos García

El pasado 29 de mayo, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), publicó en París, un informe de “Perspectivas agrícolas”, en el que se advierte un incremento en los precios de alimentos de entre 10 y 50% para los próximos diez años, tomando en cuenta la inflación, sobre todo para el caso del arroz, el azúcar y los aceites vegetales.

Aunque el informe también señala que el precio de los productos básicos agrícolas se moderará respecto a los recientes niveles récord, el tema es digno de especial atención, ya que en los próximos 10 años se espera que su media se sitúe muy por encima de los niveles medios de la última década, pero también es digno de atención por la forma en que se ha ido atacando el problema en Bolivia.

Ante la duplicación de la mayoría de los precios de productos agrícolas en los últimos dos años, y nuevos casos de desnutrición, el gobierno de Morales ha dispuesto una vez más, la exportación temporal de algunos productos, con el infantil argumento de que son los empresarios quienes ocultan la mercadería para incrementar artificialmente su precio. Esta vez se trata de la restricción a exportaciones de pollo, lo que desde luego afecta en forma directa a los productos que garantizan la producción avícola, como la harina de maíz, sémola y sorgo.

Pero el problema no solo es el de restringir las exportaciones, sino de aplicar subsidios que solo podrían justificarse si se trata de casos extremos, si son de carácter temporal y si al mismo tiempo se amplía la producción, pero es evidente que no es el caso, ya que el gobierno aplica estos mecanismos con un vago respaldo ideológico y no práctico.

Este es un tema de oferta, entonces, lo más lógico para atacar el problema de raíz -como ya otros autores sugirieron cuando los problemas del Niño y Niña-, sería promover la productividad de los productores nacionales, para asegurar precios competitivos que beneficien simultáneamente a consumidores y productores, pero, ¿por qué no ser algo más ambiciosos? De hecho podemos empezar por liberar las exportaciones, observar cuánto nos perjudica la aplicación de aranceles a los productos alimentarios, para finalmente levantarlos; dejar de subsidiar las importaciones y con los mismos recursos, complementar el aliento que los agricultores tienen para seguir produciendo con precios altos, orientando la inversión pública en "áreas descuidadas por mucho tiempo", como la infraestructura agrícola y la investigación, lo que, desde luego, permitirá crear un ambiente favorable para las inversiones privadas.

Aún así, la idea no termina ahí. Habrá que reconsiderar, en una voz común entre los países más afectados por el cambio climático global, el rol de los biocombustibles que contribuyen al incremento de estos precios; habrá que plantear una estrategia de competitividad para la demanda alimentaria creciente de la China y la India; además, si se pretende mantener subsidios, estos deberán de ser por lo menos algo inteligentes, distribuyendo semillas, fertilizantes y otros insumos; y por último, habrá que ir pensando en un serio programa nutricional nacional que apoye a los grupos más vulnerables como niños, ancianos y mujeres embarazadas, que sea sostenible por lo menos durante los siguientes diez años a los que la FAO se refiere. Esta sería la única forma de verdaderamente integrar los mercados agrícolas que por ejemplo, se planteó en Unasur.

Si el gobierno de Morales no asume responsabilidad inmediata en tan delicado tema, aquellos sectores de la población, los más desfavorecidos, aquellos por quienes dice gobernar, serán los más afectados.

Originalmente escrito para The Independent Institute.

http://independent.typepad.com/elindependent/2008/06/bolivia-medidas.html#more

http://lostiempos.com/noticias/05-06-08/05_06_08_pv2.php