jueves, 13 de noviembre de 2008

Entre la mano invisible y la mano peluda

Mauricio Ríos García

“Todos los planes difieren, pero los planificadores son todos iguales” decía Frederic Bastiat (1801–1850), hace más de 150 años. Hoy, con la Cumbre de Washington donde se reúne el Grupo de los 20 que controla más del 85% del PIB mundial, y bajo la influencia de personas como Jospeh E. Stiglitz, se busca la mejor oportunidad para “refundar” el capitalismo con un nuevo tratado que provoque una mayor planificación de la economía mundial, pues así parecemos estar en un escenario similar al de los primeros 22 días de julio de 1944, en Bretton Woods.

La última vez que el sistema financiero internacional cambió de estructura, fue a raíz de la creación del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en 1946, donde se establecieron las reglas de equilibrio comercial y financiero entre 44 naciones, entre ellas los países más industrializados del mundo. Se reunieron gracias al precursor de la llamada Carta del Atlántico, un acuerdo suscrito por Franklin Roosevelt y Winston Churchill, donde juzgaban oportuno hacer conocer algunos principios sobre los cuales fundaban sus esperanzas en un mejor futuro para el mundo, siendo comunes a la política nacional de sus respectivos países. Así rezaba uno de los ocho puntos: “5. Deseamos realizar entre todas las naciones, la colaboración más completa, en el dominio de la economía, con el fin de asegurar a todos las mejoras de las condiciones de trabajo, el progreso económico y la protección social”.

Durante los siguientes dos años, las mesas de negociaciones se inclinaron por la propuesta de John Maynard Keynes, bajo la cual se acordaría que cuando los países tuvieran déficits en su balanza de pagos, debían ser financiados a través de las reservas internacionales, o mediante préstamos que otorgaría el FMI, siempre y cuando se acordasen con éste una política de balanza comercial equilibrada, y en caso de incumplimiento, se pagaría intereses sobre la diferencia.

Este plan ha funcionado así hasta el día de hoy, cuando el FMI y el BM triplican sus presupuestos para países con elevados déficits, y que nuevamente demandan créditos que los salven de la crisis, dada la caía de los precios de los commodities. Evidentemente, algunos países podrían calcular que la solicitud del servicio de éstos organismos sería devastadora para el efecto discursivo de la campaña con la que coincide la crisis, así postergarían la solicitud anulando la autonomía de su banco central, para financiarla con emisión monetaria sin respaldo, agravando más la situación y obligando más tarde a llamar a la policía monetaria con créditos aún más rígidos.

Éste es el caso de círculo vicioso del intervencionismo que, por ejemplo, aún se vive en países latinoamericanos como México, Brasil y Argentina (hoy miembros del G-20), cuyos economistas no quieren advertir en política y cuyos políticos pretenden mitigar en economía, si acaso no son conscientes de su doble filo al momento de pensar en la creación de un nuevo tratado de Bretton Woods, y lo que sucede en realidad, es que ya que todo el mundo se farreó la extraordinaria posibilidad de cambiar el patrón del rentismo de los commodities, por el de una sociedad generadora de ganancia, por lo pronto, no podremos deshacernos de los organismos que nadie quiere, pero que paradójicamente ahora todos vuelven necesita como primer síntoma de la resaca.

No hay que olvidar que la creación del FMI y el BM se dio luego de dos años, y luego de una primera reunión, donde solamente se acordó un marco de referencia básico sobre el que se tomaría decisiones, así como la Carta del Atlántico entre Gran Bretaña y los Estados Unidos en 1941.

El mundo no es como en 1946, donde el viejo Bretton Woods era dominado solamente por dos potencias como EE.UU. y Gran Bretaña, hoy el mundo es mucho más grande, rápido y exigente, y ciertamente, el capitalismo no lo fundan y refundan los políticos, sino los individuos que toman decisiones libremente en su vida cotidiana, preservando el orden espontáneo del mercado, sin esperar la mano planificadora, burocrática, caótica y peluda de la jungla.

http://lostiempos.com/noticias/15-11-08/15_11_08_pv5.php

http://hoybolivia.com/Noticia.php?IdEdicion=192&IdSeccion=7&IdNoticia=7713