martes, 21 de abril de 2009

El problema con la banca central


Por: Mauricio Ríos García

Llegó la crisis económica y parece ser que esta vez nuestros líderes no tienen respuesta. Sin advertir que se trata de la peor amenaza para la recuperación, y de que este conjunto de ideas se basan en débiles e incluso inexistentes evidencias, casi todos los países han adoptado medidas que podrían constatar el resurgimiento de los postulados de John M. Keynes.

Basados en una “estrategia de sintonía fina" sobre las políticas macroeconómicas, se pretende justificar el colapso económico, con el supuesto de que las leyes del mercado no son capaces de asumirlo, a no ser que las fuerzas de la burocracia se interpongan.

Intervencionismo

Bajo esta premisa se dio paso a la política del intervencionismo,[1] con la creación del Sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) en diciembre de 1913, con el objetivo de “conducir la política monetaria influenciando las condiciones monetarias y crediticias de la economía, buscando el nivel máximo de empleo, precios estables, y tasas de interés moderadas a largo plazo”, entre otros, con un complejo mecanismo de controles sobre los bancos privados.[2]

Con este sistema se excusó a todos los bancos privados de la emisión de créditos por la magnitud de sus respaldos en oro, inflando el crédito disponible, hasta que la FED decidiese que los banqueros estaban siendo demasiado “egoístas” para conceder préstamos que permitieran el gasto diligente que “estimulara” la economía.[3]

Fueron varias las depresiones que se dieron en Estados Unidos, como la de 1873 luego de la Guerra Civil o como la de 1921, cuando se generó la inflación que financió la Primera Guerra Mundial; pero nunca como la de 1929, que duró más de cuatro años, en la cual el gobierno intervino con una serie de errores monetarios, a través de la manipulación de las tasas de referencia, prolongando su duración por más de tres veces que lo normal.[4]

Abolición

La explicación sobre las causas y consecuencias de la manipulación artificial de la masa monetaria como destructora de valor,[5] no había tenido tanta fuerza sino hasta el mismo colapso del mercado de capitales de los Estados Unidos en septiembre de 2008, y hasta que la intervención del Estado en la economía se hizo más evidente con la llegada de la administración Obama al poder.

Ron Paul es representante de Texas en la Cámara de Representantes de Estados Unidos y fue candidato a la presidencia de su país en las elecciones de 2008. Es un político con 30 años de experiencia en el campo, cuya filosofía política aboga, entre otras cosas, por el libre comercio, pocos impuestos y un gobierno limitado que se circunscribe en el no intervencionismo.

En su larga trayectoria política, Paul lleva años denunciando la pérdida de valor del dólar desde 1913, año en que se funda el Sistema de Reserva Federal de los Estados Unidos (FED). Cuando propuso su candidatura, el debate sobre las atribuciones de la FED se estableció en el Congreso estadounidense por primera vez desde 1913, llegando incluso a pedir su abolición pura y simple.

La experiencia de Panamá

Manejar una economía sin un banco central no es un concepto utópico. En Panamá no existe banco central, por tanto, no hay “prestamista de última instancia” ni seguro de depósitos; de tal manera que los bancos están obligados a actuar responsablemente para mantenerse a flote. La ausencia de una banca central hace que no se manipulen ni se influya sobre las tasas de interés. Así, aquel país ha ocupado el primer lugar del mundo en el índice del Instituto Fraser, en la categoría Fortaleza Monetaria.[6]

Sin embargo, esta política tampoco es mera casualidad. La primera constitución del mismo país estableció en su Artículo Nº 117: No podrá haber en la República papel moneda de curso forzoso. En consecuencia cualquier individuo podrá rechazar todo billete u otra cédula que no le inspire confianza; ya sea oficial o particular”. La segunda oración desapareció con el pasar del tiempo, a medida que el mercado político se inclinaba por el control e intervención, pero su esencia, la de no permitirle al Estado la emisión de moneda de curso forzoso, se ha mantenido por más de cien años y con ello Panamá ha disfrutado de importantes beneficios financieros y monetarios.[7]

¿Quién garantiza la estabilidad monetaria? El Premio Nobel de Economía Friedrich A. von Hayek (1974), tuvo la idea de poner la emisión de dinero en manos de firmas cuyo negocio dependa de su éxito en mantener estable al dinero que emiten, es decir que aquellas entidades deben regular la oferta de su dinero para que el público lo acepte en virtud de su estabilidad.[8]

El camino de Bolivia

Alguna vez se escuchó decir que el Banco Central de Bolivia (BCB) nunca fue realmente independiente, pero a partir de la llegada del socialismo al poder, el alcance de sus controles no sólo se incrementó, sino que a partir de la aprobación de la Nueva Constitución Política del Estado, se ha terminado en forma definitiva con las atribuciones características de esta entidad en los últimos años, hecho que, además de generar mayores y más serias distorsiones en las finanzas públicas, termina con la libertad de los agentes para elegir la moneda que crean más conveniente para realizar sus transacciones.

A pesar de la experiencia de la tercera hiperinflación más grande de la historia y de la machacona insistencia de los textos de economía en tener a Bolivia como el ejemplo de qué es lo que no se debe hacer, con los artículos Nº 326 y Nº 328 se le ha vuelto a confiar al Ejecutivo el monopolio de la emisión de moneda, es decir, el poder total sobre la política monetaria, cambiaria, crediticia y financiera, con una sola idea: el establecimiento de la interferencia del Gobierno en los fenómenos del mercado, bajo la manipulación de la oferta monetaria y las tasas de interés “que contribuyan al desarrollo económico y social del país, y el vivir bien de la sociedad”.[9]

Sin embargo, esta política de intervención ya ha empezado a generar desconfianza sobre las garantías que el ente emisor tenga para mantener cierta estabilidad macroeconómica, situación que podría delatar que hoy las medidas de intervención del socialismo, aunque tienen cada vez menos capacidad de maniobra en un contexto de crisis global, provocan los mismos perniciosos resultados.

Ya en el primer semestre de 2008, el Directorio del BCB aprobó un crédito de $us 600 millones al Tesoro General de la Nación, amparado en el D.S. Nº 29438 que declara desastre nacional a los efectos del fenómeno climático de "La Niña" y que destina recursos para un crédito a 30 años plazo, sugiriendo que el financiamiento de los proyectos de desarrollo deben ser financiados por el mismo.[10] Para el Presupuesto General de la Nación 2009, se aprobó un crédito de $us 1.000 millones para Yacimientos petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) obviando el hecho de que ninguna empresa en Bolivia, pública o privada, en toda la vida republicana o en la Colonia, ha sido objeto de un préstamo de $us 1.000 millones para ser gastados en un año.[11]

Otro factor preocupante es que, como medida forzosa, el BCB ha estado manteniendo un tipo de cambio apreciado y congelado desde la primera semana del mes de octubre, reprimiendo la elección del público sobre la misma ante cualquier tipo de contingencia, además de generar un impacto directo en la competitividad del sector productivo exportador y aquel que compite con las importaciones, con el encarecimiento de sus costos y el crecimiento del contrabando.

La última medida del BCB, la del pasado sábado 4 de abril, aprueba un nuevo Reglamento de Operaciones Cambiarias, estableciendo límites a las diferencias entre el tipo de cambio de compra y venta vigentes, “como medida de protección al público” y teniendo como propósito el “evitar distorsiones en el mercado de cambios por parte de algunas entidades financieras”,[12] medida que no afecta en forma directa a la banca privada, pero que sí volatiliza las expectativas de los agentes ante cualquier política de devaluación, y genera argumentos para que la iniciativa, creatividad y emprendimiento de los mismos se desenvuelvan en un ámbito de informalidad ausente de garantías.

Otro Premio Nobel de Economía, Milton Friedman (1976), ha repetido ad nauseam que una de las políticas más perniciosas de la planificación estatal estriba en pretender atar la moneda local a una relación fija con otra moneda. Este tipo de cambio fijo o control del precio de la divisa, deja desguarnecida la economía local y no permite los ajustes necesarios del mercado, lo que genera problemas de diversa naturaleza en la balanza de pagos.[13]

Conclusiones

A pesar de que el análisis se ha circunscrito únicamente al mercado cambiario y las decisiones de fijar los precios políticamente, y de no haber considerado la relación con los grupos de poder, se entiende que el intervencionismo y los controles generan resultados tan perniciosos como los de una depresión en un país con sólida base institucional. El intervencionismo monetario jamás consigue lo que se propone, sin importar cuánto contraiga, expanda o mantenga la masa monetaria.

La nueva nomenclatura de la banca central en Bolivia ha empezado a generar constante discusión sobre sus políticas intervencionistas guiadas por el Ejecutivo, y en este sentido, la llegada de la desestabilización económica global obliga a quienes guían las políticas macroeconómicas a considerar que no es posible adoptar postulados que ya fueron superados en los años ochenta. En Bolivia y el mundo estamos obligados a observar, no necesariamente la forma en que se asume la crisis, sino en la forma de no volver a causarla.

El problema con la banca central está en haber liberado a la banca privada de sus responsabilidades ante la oferta y demanda de préstamos con respaldo. De esta manera, se evita la trama detrás de sus tasas de interés, se termina con los “rescates”, no hay “prestamista de última instancia” y no hay seguro de depósitos, y por consiguiente, se termina con los casos del tipo Multiactiva, Bidesa y Madoff, y desde luego con los efectos tipo Samba, Tango o Tequila.

Se trata de un verdadero cambio de paradigma, y aunque no son muchos los que han atacado el problema de raíz, la propuesta que busque una forma más eficiente de administrar el dinero de la gente bajo su consentimiento, seguramente encontrará motivos para creer en un verdadero cambio.

El autor es economista (UMSS) y es miembro del Instituto Libertad Democracia y Empresa (ILDE).

[1] “Lo que tenemos in mente cuando hablamos sobre intervencionismo, es el deseo del gobierno de hacer más que prevenir los ataques y el fraude. El intervencionismo significa que el gobierno no sólo falla en proteger el aceitado funcionamiento de la economía de mercado; interfiere en los precios, los salarios, en las tasas de interés, en las utilidades.” MISES, Ludwig von. Política Económica. 1959.

[2] El primero de los cuatro objetivos de la FED.

[3] BRANDEN, Nathaniel, agosto de 1962.

[4] Roberto Cachanosky: “La crisis del `29 y la actual”. Economía para todos, 22 de septiembre de 2008.

[5] Véase Teoría Austríaca de los Ciclos Económicos.

[6] SAIED, David. “Panamá: economía sólida sin Banco Central”. AIPE 14/05/07.

[7] BRENES, Roberto. “Dolarización y apertura financiera: ¿Cien años de consecuencias no deliberadas?”. 2005.

[8] Revista Controlando al Leviathan Nº 7. Buenos Aires. Septiembre de 2007.

[9] Misión y Visión del BCB.

[10] PACHECO, Napoleón, dic. 2008.

[11] MIRANDA, Carlos. “Mil millones para YPFB”. La Razón 18/12/08.

[12] Los Tiempos, 5/abr/09. p. A3.