Esta es una nueva etapa marcada fundamentalmente por los hechos. Ya no por las amenazas y las advertencias. El instinto animal del Congreso Nacional, la violación de la propiedad privada de asambleístas del oficialismo, el cierre infundado del canal 20 en Cochabamba y por si fuese poco, el descabezamiento del Tribunal Constitucional. Sin embargo, ahora que el camino hacia el deterioro de la democracia y la economía es evidente, existen problemas mucho mas serios de lo que uno piensa: la consecuencia de los hechos.
Los lineamientos del totalitarismo han sido establecidos con cierta facilidad: la crisis política, el caudillo carismático fácil de reconocer, los símbolos destinados a identificar al pueblo, la retórica recurrente y sistemática, el ideal de una utopía, políticas revolucionarias, un enemigo constante a quien endosarle los platos rotos y la promesa de cambio por tiempos mejores.
El momento de dar un paso más adelante del autoritarismo al del totalitarismopara instaurar el régimen de tiranía parece ser el de ahora. Este último va bastante más allá que el primero: no sólo se excede en el uso del poder, sino que el acoso constante hacia las personas es necesario para acaparar el control de sus necesidades. De esta manera se asegura que las personas comulguen con la manera de pensar que el régimen impone. Por las buenas o las malas.
Las formas más diversas de la democracia a través de sus instituciones, están siendo destruidas por la tiranía, ignorando los derechos legítimos de los gobernados y excediendo el uso de poder para su gestión de gobierno. Son las primeras maneras de diferenciar a un dictador de un tirano.
Como en otros regímenes, sin embargo, el manejo de la moral y la familia parece ser una tarea que les queda grande. No se sabe lo que es el sentido de dignidad y mucho menos lo que significa, cuando en nombre de ella se hace vista gorda ante la prostitución que subsiste por comer a diario. Tal vez sea interesante dar cuenta sobre el estado civil de la gran mayoría de dictadores, por no decir todos, que la misma historia condenó. Cabría analizar si el tipo de preguntas orientadas en este sentido, les es más fácil de contestar que si leyeron o no La Fiesta del Chivo, por citar algún ejemplo con ánimo de saber si tienen la costumbre de leer, por supuesto.
Seguramente, la constante intolerancia hacia quienes disentimos, será mayor con el pasar del tiempo. El padrino tropical ya se encargó de dar la orden la última vez que se dio una vuelta por estas tierras, para ver cómo andaban las cosas o si las cosas andan como a él le gustan, como si estuviese en su propia hacienda: "hay que empezar a encargarse del enemigo interno".
Llamen por pesimista esta forma de ver las cosas o incluso fatalista, pero la superstición ideológica, el oportunismo político, la improvisación profesional y la pasividad, son los pilares que fueron construyendo este verdadero desacierto político. Involucrarse antes de que sea demasiado tarde, es lo que se requiere para hacer frente a la tiranía y la barbarie que hoy pretende instalarse de nuevo en Bolivia, con estos primeros golpes a la democracia. Ni qué decir de los recursos del gas para perder oportunidades y hacer lo que el régimen disponga.