miércoles, 29 de agosto de 2007

Pragmatismo y Voluntad Política

Lo primero que me vino a la cabeza con el anuncio de elecciones para 2008, fue una pregunta que pueda determinar el futuro boliviano: ¿están los unos preparados para asumir el mandato y los otros para elegir a su mandatario?

Es esta entonces la idea principal como respuesta: los votantes asumen su posición de electores responsables y conscientes, a cambio de voluntad política. Los votados serán capaces de asumir la confianza depositada en las urnas, a cambio de algo igualmente sencillo y sobre todo sensato que es la misma voluntad política.

¿A qué me refiero con este último término? Para nuestra actual situación es sencillo: concentrar esfuerzos políticos por un baño de pragmatismo y mejor si este es seguido por una consecuencia entre acción y discurso. Un autor argentino, resume ideas en su último libro de color rojo, sobre el camino que podríamos tomar: un país que presenta condiciones favorables para atraer capitales y otro que no las presenta y los espanta.

De acuerdo al camino que nuestro país tomó y según datos de la Fundación Milenio, el clima de inversión empezó a deteriorarse a partir del año 2000, con problemas de seguridad jurídica y desgaste institucional. Con el último gobierno, se entiende que los mejores tiempos no son inmediatos porque se trata de un proceso de cambio que nadie sabe cuánto durará y muchos menos cuándo empezará. Ahora, por dejar factores de lado y confiarse en el llamado "piloto automático" o el "viento de cola", se demuestra que la diferencia no ha sido marcada precisamente por el oficialismo en su conjunto, en cuanto a la atracción de capitales. La inversión privada en 2006, es hasta ahora, una de las más grandes deficiencias de nuestra economía en volumen y en calidad. Bolivia fue el único país en Sudamérica en reportar valores negativos en este sentido. Entiéndase que aunque el tipo de inversión que busca nuestro país, que es para la explotación de recursos naturales que tenemos en abundancia, no tiene alto impacto en el empleo y tampoco genera productos con alto valor agregado. Sin embargo, estos mismos generan importantes ingresos fiscales que hasta el momento, no han sido aprovechados adecuadamente, más que para el gasto corriente, traducido en funciones gubernamentales meramente administrativas, incremento del salario mínimo, incremento al sector del magisterio, defensa nacional, entre muchos otros o infraestructura ejecutada por motivos de coyuntura política en su mayoría o por último, alguno que otro bono de claro tinte populista como Juancito Pinto. Peor aún, cuando se dispuso de aquellos ingresos en otros sectores y no en reservas que puedan hacer frente a desastres como el del oriente boliviano.

Pero si hablamos de captar capitales, ¿qué hay de la incertidumbre? Pues aquella violación de la seguridad jurídica y aquel asalto a la institucionalidad, están traducidos en sorpresivas nacionalizaciones, en presidentes de YPFB que entran y salen por la ventana, en venta de avales, en desafiantes discursos incendiarios e interminables actitudes que no muestran una pequeña intención por el cambio que se predica.

Hasta aquí, ya se tiene una idea suficientemente clara, pero para resumir entonces, los candidatos encontrarán la capacidad del país por mejorar sus condiciones económicas, políticas y sociales, en la medida en que sepan mantener claras las reglas del juego, con un candidato que levante la mirada hacia el entorno y dé cuenta clara de que se necesita estrategias energéticas de largo plazo, acuerdos serios de integración, mejores relaciones comerciales, atención de la mano de obra calificada, conservación de la estructura familiar y respeto a la legalidad, entre otras. No con uno que diluya el sueño de superación y asfixie el ánimo de esperanza de la ciudadanía, con discursos que con su fórmula nacionalista retrógrada, despiertan a la xenofobia, al regionalismo, y al racismo que a nadie le hace bien.

Para terminar, cabe decir también, que la voluntad política no debe venir por solo por parte de unos que son los elegidos, sino también por parte de los otros que son los que acuden a las urnas. Los votantes deben empezar aportando a las ideas sensatas del candidato que pueda advertir tiempos peores y trabajar por tiempos mejores. Convengamos. Los que asumen dirección, deben hacer una lectura adecuada de lo que debe hacerse, pero además ser consecuente con su línea y consciente de sus ideas y principios. Y por el otro lado, la lectura debe ser la misma, pero el que elige a su candidato, debe ser consciente de que en estos tiempos, el voto sí puede estar acompañado de un arrepentimiento serio y casi inmediato.

Debe encontrarse un candidato con ideología, que sea capaz de fundarla en sus elementos prácticos, pero también hay que saber buscarlo.

riosmauricio@yahoo.com

http://www.lostiempos.com/noticias/20-04-07/20_04_07_pv6.php