miércoles, 20 de agosto de 2008

Buscando nuevos consensos para América Latina

Mauricio Ríos García

Una nueva ola de críticas como la de Jospeh Stiglitz, Dani Rodrik o Gonzalo Chávez, -entre los meses de julio y agosto-, se ha manifestado en los círculos académicos y de opinión y análisis, en relación a una posible muerte del “neoliberalismo” y el Consenso de Washington (CW), dada la posibilidad de una recesión económica mundial a raíz de la crisis inmobiliaria en EE.UU. y otros desequilibrios en Asia y Europa.

Para abordar tal caso, primero, no habrá que olvidar que los organismos de Bretton Woods fueron creados en 1946 para establecer reglas comerciales y financieras de los países más industrializados del mundo, con la idea de evitar que se repitiesen episodios como el de la Gran Depresión o la crisis alemana posterior a la Primera Guerra Mundial.

Varios años después, llegaría la crisis del petróleo en 1973 y 1979, y con la retirada de los EE.UU. del Fondo Monetario Internacional (FMI), éste último había iniciado la nueva lógica de conceder créditos blandos a los países menos desarrollados a cambio de ciertos planes de ajuste y equilibrio macroeconómico, mejor conocidos como el “Consenso de Washington” que con objetivos más claros, se planteaba el rigor presupuestario, el libre mercado, privatizaciones y, finalmente, la globalización.

Ya en la década de los 90, momento en que estos créditos tuvieron más fluidez, países como México en 1995, Asia en 1997, Rusia en 1998 y Turquía en el 2000, empezaron a cuestionar la forma en que los organismos de Bretton Woods (el FMI y el Banco Mundial), encaraban las crisis con una lista de cosas que se debía y no debía hacer con la economía, a cambio de asistencia en calidad de bomberos y no de prevención en calidad de policía.

Más tarde llegaría la crisis de la Argentina en 2001, cuando el gobierno de Fernando de la Rúa impuso sin éxito, una restricción a la salida de dinero del sistema bancario, con la idea de evitar una corrida y un posterior colapso del sistema. Este sería el momento en que el prestigio de los organismos se vería realmente contra la pared.

Los ataques en contra de los organismos van en toda dirección, pero estos también van acompañados de un rechazo hacia la globalización y un estigma en busca de su moderación. Es verdad que con las últimas publicaciones de la Comission Growth se ha revelado un mea culpa, pero tampoco se sabe a ciencia cierta si con la inexistencia de estos organismos y las virtudes de la globalización, más de 400 millones de chinos hubiesen logrado vencer la pobreza entre 1990 y 2004, o que la economía India crezca a un ritmo impensado hace unos años, o que México y Brasil tuviesen clases medias floreciendo. Algo de crédito deben tener ambos organismos.

Ya sea por la retórica populista o porque la tesis BRIC argumente la posibilidad de que Brasil, Rusia, India y China sean las economías dominantes hacia en año 2005, a la región la está yendo muy bien, a pesar de que exista una fuerte corriente disidente que intenta demostrar por vez primera, que la justicia social, la igualdad y la venganza, generan bienestar.

Si nos va tan bien, ¿asumiremos liderazgo?, ¿dejaremos de cuestionar al FMI y el Banco Mundial para empezar a prescindir de ellos? ¿seremos capaces de construir mejores recetas que las del CW? ¿empezaremos a competir en vez de presentar falacias contra la globalización?

Lo cierto es que el BM y el FMI se han mantenido a pesar de las arremetidas en su contra, lo cual deja en duda el hecho de que el mal llamado “neoliberalismo” haya muerto realmente, pero un argumento aún más contundente es que la globalización es impostergable y que vino al mundo para quedarse, y si con apreciaciones aún prematuras sobre la condición global de la economía, estamos esperando que la llegada mesiánica de un nuevo Keynes nos permitirá el Maná del Cielo, es un mal inicio para generar consensos.

http://independent.typepad.com/elindependent/2008/08/buscando-nuevos.html

http://lostiempos.com/noticias/22-08-08/22_08_08_pv4.php